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Diego Pino
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Capitulo 7-Anexo Recuerdos de Mia

El día en que yo encontré a Mia fue uno de los peores que he tenido, no, no se trata por haberla encontrado a ella. Era un día normal en mi vida, osea ya saben el trabajo de mierda, el jefe reclamando y pidiendo que me pusiera la camiseta de la empresa, si esa misma camiseta imaginaria que solo se moja para que el viejo cuarenton le compre otro auto a su puta de turno, pero soportar todo esto valía la pena, pues tenía un plan de vida, tenía sueños, tenía una hermosa novia. De hecho esa tarde después del trabajo la vería, iríamos por una hamburguesa y al cine. Efectivamente la vi, cuando llegué la vi y olvide todo el resto de mis problemas, corrí a abrazarla cuando de pronto una muralla de hielo que emanaba de su aura me detuvo, intente besarla, pero rehuyo de mi, le pregunte ¿qué pasa? y me responde que todo esto se había acabado, que ya no sentía lo mismo y que yo debería entender. La vida a veces nos da sorpresas muy desagradables, pero bien yo no era ni el primero ni el último en ser descartado de una forma fría, pero eso no quita que el mundo no se haya venido encima, me desespere le pregunte ¿qué puedo hacer? ¿qué debo hacer? haré y cambiaré lo que pidas, pero no te vayas por favor no te vayas, por favor no me quites mi esperanza, todo alrededor mio es una mierda, eres lo único que tengo y ahora te ves, intentemoslo por favor, se lo rogué cuanto pude, me veía patético con lágrimas en los ojos en un lugar público. La dignidad de mi ser había agarrado sus maletas y partido lejos. Todo mi escándalo se detuvo en seco cuando me dijo que estaba enamorada de otra persona y que no valía la pena engañarse más, las trizas del corazón se convirtieron en más trizas, mi dignidad tomo un jet y volvió directo a mi ser, tragué mis lágrimas y me largue, ella intento sujetarme, quizás para que, me safe y corrí. Corrí por cuadras hasta que pare en una botillería. A ahogar esas penas señores, compre un pack de 6 y me las fui bebiendo por la calle, una infracción por beber en la vía pública daba igual, todo lo daba, me acabe la última lata y la tire a una pila de basura que había en la calle, desde donde escuche un leve maullido, me acerque y encontré a una pequeña y frágil gatita que me miraba con ojos asustados, bellos, pero con dolor. Me hice el frío y dije alguien más la encontrará, era una tarde de invierno, así que era casi seguro que alguien pasaría por allí y la llevaría a casa, seguí caminando cuando me di cuenta que el frágil animal seguía como podía mis pasos, mientras tropezaba una y otra vez con sus endebles patitas. No es mi problema me repetía a mi mismo, tengo problemas peores. De pronto escuche como un perro ladraba a lo lejos y corría hacía mi y mi pequeña seguidora, no pude dudarlo más y la levante del suelo, la arrope entre mi chaqueta y espante el perro. La gatita estaba asustada, pero me miraba fijamente con sus ojos azules. Con un dedo acaricie su pequeña cabecita y ella me respondió con un pequeño ronroneo. Esa noche no me encontraba ebrio, ni llorando por el amor perdido, estaba sentado en el departamento dando leche con un biberón a una pequeña gatita, que era lo único realmente mio. Por eso le puse Mia. Desde ese día ese animal se convirtió en mi fiel compañera, me acompañaba en mis maratones de series, dormía conmigo, se acurrucaba en mi cuando yo estaba mal y me hacía sus gracias para hacerme sonreír, además de ser muy insistente con su comida. Ese día yo no encontré a Mia, ella me encontró a mi y dentro de la horrible tormenta que yo afrontaba ella se convirtió en mi rayo de sol.


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